
Observarlos más de un segundo es medio grotesco, pero más allá de eso, la verdad es que se les envidia el poder de concentración que tienen.
Se desconectan del universo y en su mundo/auto sólo existen ellos, sus índices, sus narices y sus pensamientos... nada ni nadie más. Los mirones como yo, no existimos.
Qué meditación zen ni qué ocho cuartos!...
See you.
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